¡EL CONDENADO!
Tras las rejas de un calabozo olvidado
Se encontraba un preso atormentado
Tenían sus ojos una mirada triste
Su rostro aun muy joven
Se mostraba ajado
Ajados por el sufrimiento
Ajados por el olvido
Y por los recuerdos del pasado
Lo observe y en silencio
A su reja me acerque sin enfado
Preguntando dulcemente
¿Cómo te llamas condenado?
Me respondió quedamente
Con el rostro entre las manos
“Ha pasado tanto tiempo
Que hasta mi nombre he olvidado”
¡De pronto!
Se acerca a la reja
Tomándome las manos
Sus ojos de un azul profundo
Me miraban esperanzados
Y con voz profunda
Suplica desesperado
“Conduélase señora de este desgraciado
Que sin cometer ningún delito
Ha sido encarcelado”
“Toque mil puertas y mil se cerraron
Pedí trabajo y me lo negaron
Por ser fuereño me despreciaron
Desesperado me fui al mercado
A pedir limosna y se burlaron
De ladrón me acusaron…
¡Me encarcelaron!
Y por no tener familia
Estoy aquí olvidado
¡Ayúdeme señora!
No he cometido
Ningún pecado…”
Escuche su relato
En silencio sagrado
Se reviso su caso
¡Libre lo dejaron!
Esta es la historia
De un condenado
Que por tener hambre
¡Lo encarcelaron!
Me pregunto entristecida:
¿Dónde está la misericordia del ser humano?
¿Por qué tanto egoísmo con nuestros hermanos?
¿Donde están los mandamientos que tanto nos enseñaron?
¿Dónde quedaron?
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